miércoles, 13 de febrero de 2013

STEVIA

La stevia es un arbusto originario de Paraguay, conocido por los antiguos indígenas que allí habitaban y que la usaban para endulzar sus infusiones utilizando directamente la hoja de la planta.
No fue identificada por un europeo hasta finales del siglo XIX.
Actualmente la stevia es utilizada como edulcorante en muchos países de Sudamérica y Asia, principalmente en Japón, donde la planta fue introducida en 1970. En Europa, el uso de la stevia como edulcorante fue aprobado en 2011 por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria.
La hoja verde de la stevia contiene, de forma natural, una sustancia que es 15 veces más dulce que el azúcar de mesa, y su extracto tiene hasta 200 veces más.

         100 g de azúcar = 11 g de stevia
 
A diferencia del azúcar de caña o remolacha, el edulcorante natural de la stevia no tiene calorías, por lo que evita riesgos a las personas con problemas de sobrepeso, diabetes o caries. Utilizada como edulcorante, los comprimidos de stevia son la opción más recomendable para endulzar bebidas frente a otro tipo de edulcorantes químicos como el aspartamo, sorbitol, sacarina, etc. que tienen un riesgo potencial cancerígeno.
Las propiedades de la stevia resultan excelentes para las personas que deben o quieren controlar el consumo de azúcares, ya sea porque tienen problemas de sobrepeso o desórdenes metabólicos como la diabetes.
De la planta stevia se están estudiando otras interesantes aplicaciones que en el futuro pueden aportar grandes beneficios para la salud. Por ejemplo, mejoras de las funciones gastrointestinales y la reducción de la ansiedad por comer.

viernes, 1 de febrero de 2013

OBESIDAD (primera parte)

La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial fruto de la interacción entre genotipo y ambiente. Esta enfermedad afecta a un gran porcentaje de la población de países desarrollados como el nuestro, abarcando todas las edades, sexos y condiciones sociales. La prevalencia de la obesidad ha aumentado y continúa incrementándose de forma alarmante en nuestra sociedad, así como en países de economía en transición, adquiriendo proporciones epidémicas.

La obesidad aumenta sustancialmente no sólo el riesgo de diabetes y de enfermedades cardiovascular, sino también ciertos tipos de cáncer y otras enfermedades altamente prevalentes, de tal manera que ha convertido a la obesidad en la segunda causa de mortalidad prematura y evitable después del tabaco.

El coste económico que implica la obesidad, según el estudio DELPHI, se ha estimado en unos 2.500 millones de euros anuales (en el año 2002), lo que supone casi el 7% del gasto sanitario.

La obesidad se caracteriza por el exceso de grasa corporal. En función del porcentaje graso corporal, podríamos definir como sujetos obesos aquellos que presenten porcentajes de grasa por encima de los valores considerados normales, que son del 12 al 20% en varones y del 20 al 30% en mujeres adultas.


Aunque el Índice de Masa Corporal (IMC) no es un excelente indicador de adiposidad en individuos musculados como deportistas y en acianos, es el índice utilizado por la mayoría de estudios epidemiológicos y el recomendado por diferentes sociedades médicas y organizaciones de salud internacionales para el uso clínico dada su reproducibilidad, facilidad de utilización y capacidad de reflejar la adiposidad en la mayoría de la población.
Se acepta como punto de corte para definir la obesidad valores para el IMC igual o superior a 30 kg/m2, aunque también podemos considerar la edad para adaptar ese índice.