miércoles, 24 de agosto de 2016

Dulce veneno

A simple vista, y por su sabor agradable, es imposible pensar que pueda considerarse malo para la salud, pero lo cierto es que una sustancia tan pura y tan concentrada, en exceso, puede ser dañino para nuestro organismo. La cantidad diaria máxima recomendada por la OMS es de 25 gramos al día, unos 6 terrones o 3 sobres de azúcar diarios, pero teniendo en cuenta que casi todos los alimentos procesados y elaborados contienen azúcares añadidos, la cantidad recomendada tendría que ser de entre 0 a 8 gramos diarios.

El azúcar blanco o sacarosa, contiene un 100% de hidratos de carbono simples, o sea, de rápida absorción, con unas 400 kcal por cada 100 gramos. En el proceso de elaboración, se le han eliminado sus vitaminas, minerales y otros nutrientes presentes en su estado natural en la caña de azúcar.

El azúcar moreno, en la mayoría de los casos, puede llegar a ser azúcar blanca con una capa de melaza para darle un color tostado, no variando su composición anterior y haciéndonos creer que podemos tomar mayores cantidades sin problemas.



La opción más recomendada es el azúcar de panela, esta se extrae directamente de la caña de azúcar y se deja secar para posteriormente venderla en bloques o triturada. La principal característica de este tipo de azúcar es que tiene un sabor que nos recuerda a la caña. Tiene unas 384 kcal por cada 100 gramos, lo que hace que sea un poco más ligera. Su composición nutricional la hace mucho más recomendable, 95 % de hidratos de carbono, 1,3 % de proteínas, vitaminas, minerales y fibra. El único inconveniente es el precio, unos 4 euros/ kg, frente a los 60 céntimos que puede costar el kg de azúcar.

CURIOSIDADES:

·         El 80% de los productos alimenticios en los supermercados contienen azúcares añadidos.

·         El azúcar moreno es azúcar blanco recubierto con melaza.

·         Estudios recientes demuestran que el azúcar puede ser más adictiva que la cocaína.

¿Por qué es tan malo el azúcar?

Al comer azúcar, automáticamente se introduce en el torrente sanguíneo en forma de glucosa, ya que se digiere en la boca casi sin caer al estómago, por lo que posiblemente sigamos teniendo hambre tras ingerirlo. Una vez en la sangre, dispara la secreción de insulina, algo que causa estrés al páncreas. La insulina atrapará la glucosa y la guardará en hígado y musculo en forma de glucógeno, pero si tenemos poca masa muscular o si tenemos un exceso de glucógeno por falta de actividad, se guardará en forma de grasa en el tejido adiposo, ayudando a subir de peso, dando como resultado una obesidad a largo plazo que puede dar lugar a su vez en un síndrome metabólico o diabetes tipo 2.

Se puede vivir perfectamente sin aportes de azúcar. Los cereales, las pastas, las papas y las frutas tienen hidratos de carbono que al digerirse nos van a aportar los azucares necesarios para llevar el día a día, todo lo añadido está fuera de la normalidad y en exceso puede causar daños.

Publicado en el número 15 de la revista "De Reojo" de septiembre de 2016 en la página 26
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