Hace algunos años, nos desplazábamos caminando para llegar a
algún lugar, la cosecha se recogía a mano, para comer carne había que ir de
caza y los niños jugaban corriendo unos detrás de otros o detrás de una pelota.
Actualmente, hemos llegado a algunos extremos de sacar la basura o comprar el
pan en coche para recorrer 200 m, pasar horas delante de un televisor o
videojuego e ir al supermercado a conseguir los alimentos necesarios para
llenar la nevera y en muchos de los casos, acabar llenando la cesta de la
compra con alimentos que no teníamos pensado coger, cayendo en las tentaciones
preparadas por el establecimiento, donde terminamos comprando dulces y
chocolatinas estratégicamente colocados para promover la compra compulsiva.
Toda esta falta de actividad física, unido a las comidas
rápidas o precocinadas, hace que la obesidad se haya convertido en la pandemia
del siglo XXI, considerándose una enfermedad metabólica detonante de otro tipo
de enfermedades si no se le pone remedio.
Curiosidades
- ¿Sabías que durante el Barroco, la obesidad era considerada como algo saludable, algo bello, de poder y fuente de erotismo debido a la escasez de alimentos y hambruna durante esta época? De ahí que podamos observar en cuadros de la época cuerpos muy voluminosos.
- ¿Sabías que durante el siglo XVIII, la obesidad fue considerada una característica de un perfil de persona inculta, inútil e improductiva?
- Actualmente, se la considera una enfermedad metabólica detonante de enfermedades como la diabetes mellitus tipo 2, la hipertensión arterial, las dislipemias, enfermedades renales crónicas y enfermedades cardiovasculares.
La obesidad en la infancia está
teniendo un aumento paulatino en los países desarrollados. Puede darse por
causas endocrinas en sólo un 1% de los casos o genéticas con hasta un 40% de
posibilidades de ser obeso por cada uno de sus progenitores.
El peligro que lleva la obesidad infantil es la posibilidad
de que un niño obeso se convierta en un adulto obeso. Cuanto mayor sea el niño
obeso, mayores son las posibilidades de mantener esa obesidad.
Recientes estudios relacionan la obesidad con la
contaminación, demostrando que existen agentes químicos obesógenos que pueden
provocar un aumento del número de adipocitos y una mayor acumulación de grasa
provocando obesidad. Estos agentes químicos, alteran el equilibrio energético,
aumenta el almacenamiento de calorías y modifica los mecanismos de regulación
del apetito y la saciedad. Algunos fármacos (tiazolidinadionas y olanzapina),
pesticidas, cremas solares (benzofononas), cosméticos (estannanos de
tributilina), champús (parabenes) y plásticos (bisfenol A, ftalatos) pueden
contener este tipo de agentes químicos.
En conclusión, tanto la obesidad, como las enfermedades
relacionadas, se pueden evitar o corregir con un cambio de hábitos saludables
donde la alimentación sana y equilibrada y el ejercicio físico siguen teniendo
su máxima importancia tras años de investigación.
En la
obesidad infantil hay que estimular hábitos de vida saludable desde el colegio,
disminuir el sedentarismo y la ingesta calórica, aumentar la actividad física y
el gasto energético, aprendiendo sobre todo a diferenciar entre hambre y
apetito.
Publicado en el número 13 de la revista "De Reojo" de marzo de 2016 en la página 24
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