jueves, 23 de mayo de 2013

Todas las aguas no son iguales



 
A la hora de elegir el agua para beber, podemos buscar entre todas las ofertadas en los supermercados leyendo su análisis químico impreso en la etiqueta. Todas las aguas no tienen la misma composición y debido a este pequeño detalle, puede que no nos apetezca beber agua, no nos quite la sed, retengamos más líquidos o no nos ayude frente a un problema de tensión arterial u otros.
Hay aguas que tienen un alto índice de minerales o de residuos secos y otras por el contrario, son muy ligeras y son las que desde aquí voy a recomendarte.



Entendamos el análisis químico de las etiquetas:

Residuo seco: son los residuos que quedan tras la evaporación del agua compuesta por las sales minerales, que contienen. Cuanto más débil de sales minerales, será una mejor agua.

Se clasifican en:           muy débil, si es igual o inferior a 50mg/l
baja, cuando es inferior o igual a 500 mg/l
media, cuando es igual o inferior a 1500 mg/l 
fuerte, cuando es superior a 1500 mg/l.

Bicarbonatadas, supera los 600 mg/l de bicarbonatos. Ayudan a hacer la digestión y mejoran la actividad de la vesícula y el hígado.
Cálcicas, más de 150 mg/l de cálcio. Aportan calcio y son indicadas para niños en periodo de crecimiento. Hay que evitarlas si somos propensos a crear cálculos renales.
Cloruradas, con más de 200 mg/l de cloruros. Este tipo de agua se usa frecuentemente para tratamientos de hidroterapia por sus propiedades tranquilizantes y básamicas.
Ferruginosas, tienen más de 1mg/l de hierro, se recomiendan para personas con anemia y reumatismos.
Fluoradas, más de 1 mg/l de fluoruros, en las zonas que se da este agua no es necesario aportar fluor a los niños y jovenes de forma añadida para una mayor protección dental.
Hiposódicas, tienen menos sodio, menos de 20 mg/l. Perfecta para personas con hipertensión arterial, problemas cardiacos y afecciones renales.
Sulfatadas, con más de 200 mg/l de sulfatos. Tienen un sabor ligeramente amargo, benefician la piel y el aparato digestivo.
Sódicas, tienen más de 200 mg/l sodio. No se recomiendan a personas con hipertensión arterial.
Teniendo en cuenta los análisis químicos, podemos elegir las aguas que más nos convenga y llevar así una vida más sana y equilibrada, ya que, el agua es la sustancia que más consumimos a lo largo de nuestra vida.


viernes, 19 de abril de 2013

¿SABEMOS COMPRAR?


La mayoría de las veces que vamos a buscar algo al supermercado terminamos saliendo de él con más cosas que las que queríamos en un principio, esto, fundamentalmente, puede ser debido a la estrategia de marketing que tienen las grandes superficies, donde colocan los productos “llamativos” cerca del lugar por donde tenemos que pasar obligatoriamente para llegar a un grupo de alimentos básicos, por ejemplo, los dulces cerca del pan o las golosinas justo al lado de la caja por donde tenemos que pagar.
Otro de los errores que se suele cometer es ir sin comer a un lugar de ventas de alimentos y como consecuencia, por hambre, terminaremos cogiendo cosas que en otro momento dado no hubiéramos cogido.

Hay buenas razones para leer las etiquetas:
Un error muy común es coger productos que pongan en grande “1 €” porque consideramos que es una oferta, y muchas veces, si nos paramos a mirar el precio por kg, el resultado es que en realidad pagaremos mucho más que si compráramos algo de 2-2,5 €, ya que vendrá mucha más cantidad en el embase.
A veces el precio elevado de un producto frente a otro que es más barato, nos advierte de su calidad.
Un jamón cocido puede estar al 40 % de carne y costar más barato que un jamón cocido que tenga un 95 % de carne, pero pagamos la calidad. Siempre será mejor coger un jamón con mayor % de proteína que con mayor % de hidratos de carbono o grasas.
Hay productos alimenticios que son más baratos que otros porque no tienen publicidad en televisión, pero también hay que mirar que la razón no sea porque tienen grasas hidrogenadas o grasas vegetales saturadas en lugar de aceites de oliva o girasol que son, con gran diferencia, mucho más sanos (comentado en el artículo anterior).
Los zumos de frutas, normalmente, la mayoría están compuestos por frutas concentradas a un % determinado o una mezcla de aromas que hacen que no sea un zumo “real”. La diferencia más clara está en los “zumos” que están en los pasillos de los supermercados y no necesitan frío para mantenerse, esa es la primera pista para darnos cuenta de que no es un producto natural. Los verdaderos zumos al 100% de fruta los encontraremos en las neveras, serán un poco más caros, pero estaremos seguros (pese a no tener las vitaminas) de tomar fruta autentica.
Así que si quieres conservar tu salud, recuerda, en la calidad está la diferencia. Es preferible gastar un poco más que tener que lamentarse el día de mañana.

lunes, 11 de marzo de 2013

GRASAS HIDROGENADAS, EL ASESINO SILENCIOSO

Las grasas hidrogenadas, también conocidas como grasas “trans”, son grasas de origen vegetal que han sido procesadas por el ser humano, y gracias a este proceso, tienen un comportamiento en nuestro organismo peor que el que pueden tener las grasas saturadas.
Mientras que las grasas saturadas pueden elevar el colesterol total, el colesterol LDL y los triglicéridos, las grasas hidrogenadas, no sólo aumentarán el colesterol LDL (conocido coloquialmente como colesterol malo) y los triglicéridos, sino que también reducirá el colesterol HDL (conocido como colesterol bueno por su papel en la prevención de enfermedades cardiacas).
Estas grasas se obtienen introduciendo moléculas de hidrógeno en su composición de manera artificial, cambiando su composición, su textura y su aspecto, dándole una consistencia sólida a temperatura ambiente, muy parecida a las grasas saturadas (las mantecas o el tocino)  y por lo tanto, haciéndolas más dañinas para nuestro organismo.
Las empresas hacen esto para reducir costes en la producción, ya que son grasas más baratas y alargan la vida del alimento que las contienen, evitando así el enranciamiento natural de las grasas y la prematura caducidad del producto. Así se obtiene un producto más competitivo, con mayor margen de beneficios y más duradero.
Algunos estudios recientes realizados por la Universidad de Navarra y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, apuntan a que estas grasas “trans” aumentan el riesgo de sufrir depresión.  Existen otros  estudios que apuntan a una posible relación de estas grasas con el desarrollo del cáncer.

¿Dónde están estas grasas hidrogenadas?
Las podemos encontrar en cualquier superficie que venda productos alimenticios o supermecados, en productos que normalmente son más baratos que otros semejantes. Pueden aparecer en las etiquetas como “grasas vegetales parcialmente hidrogenadas”, como “grasas trans” o directamente como “grasas hidrogenadas” o “grasas totalmente hidrogenadas”. Las encontramos en helados, bollería industrial, algunos cereales,  pan de molde, algunos frutos secos, caramelos de goma, margarinas, pastillas de caldos, sopas de sobre, galletas, productos congelados, cremas para café y un largo etc. Haz la prueba, lee las etiquetas de composición de los alimentos y te sorprenderá averiguar en cuantos productos cotidianos pueden aparecer.
Desconfía del producto alimenticio que tenga un precio excesivamente barato o que caduque muchísimo más tarde que otro producto semejante.

Algo está cambiando
Algunos marcas comerciales ya empiezan a darse cuenta del problema que están generando sus productos por contener este tipo de grasas y están apareciendo en los supermercados alimentos procesados que publican en sus etiquetas que están elaborados sin añadir grasas hidrogenadas en su composición, apareciendo de esta manera: “sin grasas hidrogenadas”.

Entre un alimento con grasas hidrogenadas y otro con grasas saturadas, ¿qué elijo?
Es preferible comer alimentos ricos en grasas saturadas, siempre de una manera moderada, antes que comer alimentos elaborados con grasas hidrogenadas. Un ejemplo de ello puede ser la recomendación de consumir la mantequilla por encima de la margarina.

¿Qué debemos hacer?
Debemos alimentarnos con comida y no con productos alimenticios, o lo que es lo mismo, elegir productos lo más naturales posibles, sin procesar. Si finalmente decidimos consumir algún alimento procesado, debemos  acostumbrarnos a mirar primero las etiquetas y leer con detenimiento su composición, rechazando cualquier alimento que contenga este tipo de grasas y sustituyéndolo por otro que sea semejante que se haya elaborado con aceites vegetales sanos, como el aceite de oliva o el aceite de girasol, sin mezclar con grasas hidrogenadas, sobre todo, si en los últimos análisis de sangre tenemos el colesterol o los triglicéridos elevados. Siempre es preferible pagar un poco más y vivir más sanos.


Publicado en el número 10 de la revista "De Reojo" de marzo de 2015 en la página 21

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miércoles, 13 de febrero de 2013

STEVIA

La stevia es un arbusto originario de Paraguay, conocido por los antiguos indígenas que allí habitaban y que la usaban para endulzar sus infusiones utilizando directamente la hoja de la planta.
No fue identificada por un europeo hasta finales del siglo XIX.
Actualmente la stevia es utilizada como edulcorante en muchos países de Sudamérica y Asia, principalmente en Japón, donde la planta fue introducida en 1970. En Europa, el uso de la stevia como edulcorante fue aprobado en 2011 por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria.
La hoja verde de la stevia contiene, de forma natural, una sustancia que es 15 veces más dulce que el azúcar de mesa, y su extracto tiene hasta 200 veces más.

         100 g de azúcar = 11 g de stevia
 
A diferencia del azúcar de caña o remolacha, el edulcorante natural de la stevia no tiene calorías, por lo que evita riesgos a las personas con problemas de sobrepeso, diabetes o caries. Utilizada como edulcorante, los comprimidos de stevia son la opción más recomendable para endulzar bebidas frente a otro tipo de edulcorantes químicos como el aspartamo, sorbitol, sacarina, etc. que tienen un riesgo potencial cancerígeno.
Las propiedades de la stevia resultan excelentes para las personas que deben o quieren controlar el consumo de azúcares, ya sea porque tienen problemas de sobrepeso o desórdenes metabólicos como la diabetes.
De la planta stevia se están estudiando otras interesantes aplicaciones que en el futuro pueden aportar grandes beneficios para la salud. Por ejemplo, mejoras de las funciones gastrointestinales y la reducción de la ansiedad por comer.

viernes, 1 de febrero de 2013

OBESIDAD (primera parte)

La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial fruto de la interacción entre genotipo y ambiente. Esta enfermedad afecta a un gran porcentaje de la población de países desarrollados como el nuestro, abarcando todas las edades, sexos y condiciones sociales. La prevalencia de la obesidad ha aumentado y continúa incrementándose de forma alarmante en nuestra sociedad, así como en países de economía en transición, adquiriendo proporciones epidémicas.

La obesidad aumenta sustancialmente no sólo el riesgo de diabetes y de enfermedades cardiovascular, sino también ciertos tipos de cáncer y otras enfermedades altamente prevalentes, de tal manera que ha convertido a la obesidad en la segunda causa de mortalidad prematura y evitable después del tabaco.

El coste económico que implica la obesidad, según el estudio DELPHI, se ha estimado en unos 2.500 millones de euros anuales (en el año 2002), lo que supone casi el 7% del gasto sanitario.

La obesidad se caracteriza por el exceso de grasa corporal. En función del porcentaje graso corporal, podríamos definir como sujetos obesos aquellos que presenten porcentajes de grasa por encima de los valores considerados normales, que son del 12 al 20% en varones y del 20 al 30% en mujeres adultas.


Aunque el Índice de Masa Corporal (IMC) no es un excelente indicador de adiposidad en individuos musculados como deportistas y en acianos, es el índice utilizado por la mayoría de estudios epidemiológicos y el recomendado por diferentes sociedades médicas y organizaciones de salud internacionales para el uso clínico dada su reproducibilidad, facilidad de utilización y capacidad de reflejar la adiposidad en la mayoría de la población.
Se acepta como punto de corte para definir la obesidad valores para el IMC igual o superior a 30 kg/m2, aunque también podemos considerar la edad para adaptar ese índice.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Polvorones caseros

Con esta receta no busco que coman postres o dulces navideños sin control alguno, sino que de comerlos, preferiblemente sean de manera más sanos. Ojo, que sean más sanos, no significa que podamos comer más cantidad que los que comeríamos habitualmente si no fueran tan sanos.


Ingredientes:
200 ml de aceite de oliva desahumado
75 ml de vino blanco
75 g de aguardiente seco (vodka por ejemplo)
550 g de harina tostada
27 g de stevia (equivale a 250 g de azúcar)
60 ml de zumo de naranja (si se nos queda muy seca)
2 cucharaditas pequeñas de aroma de limón o ralladura de limón
Azúcar glas

Elaboración:
-          Meter los 200 ml de aceite en el micro-ondas por 4 minutos y dejar enfriar.
-          En un bol mezclar el vino, el vodka, la stevia, el aceite y la ralladura o aroma de limón.
-          Meter en el horno a 150º la harina bien extendida para quitarle la humedad durante 10 minutos, remover y dejar otros 10 minutos, sin llegar a quemarla.
-          La harina se pasa por un colador y se tamiza para dejarla bien suelta.
-          Agregar la harina a la mezcla de antes y amasar.
-     Si se nos queda una masa muy densa, añadir zumo de naranja.
-          Coger pequeños trozos de masa y darles forma de mantecado, haciéndolos unas bolitas y aplastándolas sobre el papel de hornear o darles forma con cortapastas.
-          Meter en el horno previamente precalentado a 200º en el segundo raíl del horno y dejarlos entre 15 y 20 minutos, vigilando que no se quemen.
-          Sacamos del horno y espolvoreamos con azúcar glas con un colador.
-          Dejar enfriar y a disfrutar de unos polvorones caseros sin colesterol ni excesos de azúcar.

¡¡Felices fiestas!!

jueves, 6 de diciembre de 2012

CONSEJOS DIETÉTICOS PARA NAVIDAD


Con la llegada de estas fechas navideñas, llega la época más delicada a la hora de tener unos buenos hábitos alimenticios. En estos días, tendremos más tendencia a  tomar algo dulce, alguna copa de más, o comidas copiosas ya que socialmente, culturalmente o publicitariamente estamos guiados a que así sea.
Siempre en estas fechas habrá detalles en forma de dulces, citas, quedadas con amigos o familiares, comidas o cenas de empresa que hacen que nos veamos con ganas de asistir o comprometidos a ello,  comer cosas que habitualmente no comemos y que por ser unas fechas tan señaladas, casi seguro que terminaremos “pecando”.
Cuidarse en estas fechas no tiene porqué ser imposible,  aburrido, ni dejar de tener una vida social activa, solamente debemos ser conscientes de los posibles excesos que nos van a acechar en estos días.
Para empezar deberemos de tener claro que hay fechas claves donde posiblemente tengamos unas escapadas de nuestra vida saludable donde no podemos fallar socialmente, por lo cual, debemos de intentar que los días no aumenten de forma descontrolada, tan solo “pasarse” los días señalados.
Los excesos en estas fechas no sólo se pueden traducir en un aumento de peso sino también en un exceso en los niveles de colesterol, azúcar, triglicéridos, ácido úrico y transaminasas, así como en digestiones lentas y pesadas, acidez de estómago, flatulencias, hinchazón abdominal, etc.
Si conseguimos que los días se reduzcan al día 25, 1 de diciembre y 6 de enero y el resto de los días seguimos controlando el peso y realizando ejercicio físico, es posible que no bajemos de peso, pero quizás no subamos o subamos muy poquito y pasemos estas fechas sin mayores problemas. Para ello, debemos evitar realizar tanta cantidad de comida en esos días que nos sobre para días posteriores y terminemos comiendolo por varios días a la semana descompensando así nuestra alimentación.
Se puede comer de todo si no existe ningún problema de salud pero con moderación y con sentido común para evitar arrepentimientos y poder seguir disfrutando de los días de fiesta sin problemas.
Evitar cambiar las costumbres que hemos adquirido durante los meses anteriores por otros nuevos para esta época llegando a decir “ya en enero empiezo” o “en navidad todo vale”. Es preferible subir unos kilos en navidad por las salidas puntuales a perder nuestras costumbres ya adquiridas (hacer ejercicio, beber 2 litros de agua, evitar picoteos, evitar comer grandes cantidades, comer 5 veces al día).
Evitar sentarnos a la mesa con hambre. Tomar una pieza de fruta antes de las cenas de navidad y noche vieja.
Sentarnos al lado de alguien que esté a dieta o esté controlando el peso nos puede ayudar más que si nos sentamos al lado de alguien que come abundantemente.
Después de comer evitar sentarnos, aprovechemos estas fiestas para bailar movernos y disfrutar.
¿Qué alimentos elegir?
Los alimentos típicos de estas fechas  que debemos elegir (si no tenemos ninguna contraindicación médica) sin muchos riesgos de aumentar de peso son aquellos considerados bajos en niveles de azúcares, bajos en grasas y altos en proteínas. Estos pueden ser:
Langosta, langostinos, gambas, cigalas, nécoras, mariscos, solomillos, pavo, pescados blancos o azules, pata de cerdo asada, jamón serrano, pulpo y salmón.
Los dulces y bebidas alcohólicas son los excesos que deberíamos de moderar y controlar mucho más, evitando abusos innecesarios.
Dentro de los dulces típicos de estas fechas, los menos aconsejables son aquellos con un alto contenido en azúcares o grasas saturadas.


    Propuestas de menú navideño
                Entrantes:          -      Rollitos de espárragos con salmón ahumado
    -          Taquitos de mozarella semifundida con mermelada de tomate o guinda confitada.
     1º plato:            -      Sopa de marisco
    -          Setas salteadas con pata de cerdo
     2º plato:            -      Langostinos a la plancha con salsa rosa*
    -           Solomillo a la pimienta con verduras gratinadas con mozarella.
                 Bebida:              -       1 copa de vino blanco, rosado o tinto
     Postre:                -       Brocheta de frutas recubierta con gelatina.
Postre típico:       hay recetas de polvorones hechos con aceite de oliva en lugar de manteca de cerdo que puede ser una opción más ligera.
*La receta de la salsa rosa la puedes encontrar en mi página web.